Reflexiones de un gamer casi retirado
- Zona G
- 14 sept 2018
- 1 Min. de lectura
Ya no recuerdo la última vez que encendí una consola, me recosté cómodamente en una esquina de la cama y me dejé llevar por la maravillosa sensación de enamorarme de un videojuego. Creo que van varios años, ya se sienten así. Y es que el cambio generacional en el mundo gamer es un paso muy duro para jugadores con una economía precaria como yo, que –como para poner un ejemplo- consiguen los juegos que quieren muchos años después de haber sido lanzados o sumirse en el bajo mundo de los emuladores de consolas más antiguas. A uno a esto lo deja en un limbo, en un estado de trance que sólo la envidia que nace del escuchar a tus amigos más adinerados hablar de su recién comprado PS4, puede despertarlo.
Aun así, siento que exagero al escribir estas líneas. La añoranza de los años mozos –en mi caso, los días dorados del Play Station 2- siempre puede traer una sonrisa en mi rostro. Las horas en los God of War, en los Devil May Cry, los Silent Hill, los Residente Evil, los Fifa Street, los muchos más que no menciono para no hacer larguísima la columna, siempre crearán en mí una necesidad de volverá disfrutar de una inmersión completa en un mundo del que, muchas veces, quiero volver a ser parte. Y sé que en un momento me verán volver.
Por ahora veremos unos cuantos gameplays retro, que a nadie le viene mal recordar.

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